El Bosque de Bonsais
El Bosque de Bonsáis.
Llevábamos caminando varias horas en pleno monte, sin comida ni agua, cuando de repente un gran lago a lo lejos, rodeado por un bosque de secuoyas parecían por su inmensidad Y por encima de estos árboles, sobresalían unos palos espigados . Conforme nos fuimos acercando nos fuimos dando cuenta que los árboles parecía que menguaran a cada paso que dábamos, hasta estar junto a ellos y ver que realmente, eran un bosque de bonsáis, y ello que parecía un inmenso lago, era de un tamaño reducido hasta tal punto que una persona lo podría atravesar de un salto, si no fuera porque en el centro estaban esas cosas espigadas que se veían a lo lejos, y que resultaron ser unas setas de un metro de altura como mucho.
Llevábamos un día sin comer, así que decidimos coger una de ellas para así ingerir algo, además del agua que bebimos del laguito.
Cuando las cogimos fue como si se secaran de inmediato, soltando tanta humedad de su interior, que me llenaba las manos de agua, despidiendo esta un aroma rancio,. Nos sentamos alrededor del lago cogidos de las manos y tras esto nos comimos la primera. Tenía un sabor peculiar, no estaba buena.... ni mala... ni dulce... ni amargar, , era... diferente a todo lo que habíamos probado antes, fue como si algo se despertara , algo que siempre había estado, pero no había despertado hasta ese mismo instante. Esa primera dio una vuelta solo, ya que cogíamos un pedazo y se la pasamos al siguiente. Así que fuimos tomando, hasta que no tuvimos más ganas.
A los veinte minuto, más o menos de comernos la ultima, nos fuimos reduciendo de tamaño , tanto que los bonsáis volvieron a tomar la forma de secuoyas y el lago tomo la dimensión anterior con la gran isla en el centro y unas especies de sombrillas gigantescas en el centro que nos guarecía del potente sol que a aquella hora había.
Salimos de esa sombra que empezaba a crear un microclima de humedad. Cuando salimos de las sombrillas, vimos el cielo. ¡ Y que cielo...! comenzó a cobrar vida, como si estuviera naciendo, se le empezaron a formar los ojos, la nariz, la boca, hasta formársele la cara completa, una inmensa cara sin cuerpo. Lo que hizo primero tras formarse, fue respirar, y una ráfaga de aire nos sacudió hasta dejarnos a todo cogidos de la mano de nuevo como estábamos antes de quedar dispersos por la inmensidad que adquiriera el lago. , poco después nos comenzó a hablar en un idioma que no era el nuestro, Se dio cuenta que no le entendíamos, atendió a nuestras palabras y nos comenzó a hablar con acento andaluz.
Nos advirtió de los peligros que tendríamos que sortear e incluso nos dijo el camino que deberíamos coger para volver a la civilización.
Le hicimos caso, como es lógico, y dejamos atrás el lago, ochenta pasos al frente, quince izquierda, todo recto y ya nos volvería a avisar cuando lo necesitáramos.
Conforme íbamos andando todo iba cambiando de forma, los árboles andaban, las nubes reían, el camino lloraba, porque decía que lo pisábamos, hasta que pasó una liebre haciendo un ruido estridente y todo se empezó a ver de un color rojo intenso, todo se empezó a desvanecer, a echar humo, poco a poco todo se consumía, como si todo donde estábamos fuera un negativo fotográfico.
Como por arte de magia, apareció un gran manzano delante de nosotros, con unas manzanas como fruto, del tamaño de dos de notros, la comenzamos a comer directamente del árbol sin llegar a cogerla, por la imposibilidad al ser tan grande., al ser comida la manzana es como si todo se viera de nuevo como era antes de empezar a arder todo, desapareciendo el color rojo, y apareciendo en nosotros una sensación de felicidad, de Ágape que nos invadió a los cinco, que era sin duda, el Buen Amor.
Allí mismo montamos un par de tiendas de campaña, nos dormimos un rato y cuando nos despertamos, salimos de ellas y al fondo, se veía un pueblo, la civilización a la cual nos había llevado el cielo, a lo lejos estaba la población, la rutina diaria la desdicha tantas veces del ganador y mas aun del perdedor, enfrentarme a una realidad que ahora me gustaba más aun que antes pero ahora si con la ilusión de ver y explorar sitios y parajes que normalmente no veía y que ahora se que existen pudiendo siempre que quisiera a mi realidad fantástica.
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Llevábamos caminando varias horas en pleno monte, sin comida ni agua, cuando de repente un gran lago a lo lejos, rodeado por un bosque de secuoyas parecían por su inmensidad Y por encima de estos árboles, sobresalían unos palos espigados . Conforme nos fuimos acercando nos fuimos dando cuenta que los árboles parecía que menguaran a cada paso que dábamos, hasta estar junto a ellos y ver que realmente, eran un bosque de bonsáis, y ello que parecía un inmenso lago, era de un tamaño reducido hasta tal punto que una persona lo podría atravesar de un salto, si no fuera porque en el centro estaban esas cosas espigadas que se veían a lo lejos, y que resultaron ser unas setas de un metro de altura como mucho.
Llevábamos un día sin comer, así que decidimos coger una de ellas para así ingerir algo, además del agua que bebimos del laguito.
Cuando las cogimos fue como si se secaran de inmediato, soltando tanta humedad de su interior, que me llenaba las manos de agua, despidiendo esta un aroma rancio,. Nos sentamos alrededor del lago cogidos de las manos y tras esto nos comimos la primera. Tenía un sabor peculiar, no estaba buena.... ni mala... ni dulce... ni amargar, , era... diferente a todo lo que habíamos probado antes, fue como si algo se despertara , algo que siempre había estado, pero no había despertado hasta ese mismo instante. Esa primera dio una vuelta solo, ya que cogíamos un pedazo y se la pasamos al siguiente. Así que fuimos tomando, hasta que no tuvimos más ganas.
A los veinte minuto, más o menos de comernos la ultima, nos fuimos reduciendo de tamaño , tanto que los bonsáis volvieron a tomar la forma de secuoyas y el lago tomo la dimensión anterior con la gran isla en el centro y unas especies de sombrillas gigantescas en el centro que nos guarecía del potente sol que a aquella hora había.
Salimos de esa sombra que empezaba a crear un microclima de humedad. Cuando salimos de las sombrillas, vimos el cielo. ¡ Y que cielo...! comenzó a cobrar vida, como si estuviera naciendo, se le empezaron a formar los ojos, la nariz, la boca, hasta formársele la cara completa, una inmensa cara sin cuerpo. Lo que hizo primero tras formarse, fue respirar, y una ráfaga de aire nos sacudió hasta dejarnos a todo cogidos de la mano de nuevo como estábamos antes de quedar dispersos por la inmensidad que adquiriera el lago. , poco después nos comenzó a hablar en un idioma que no era el nuestro, Se dio cuenta que no le entendíamos, atendió a nuestras palabras y nos comenzó a hablar con acento andaluz.
Nos advirtió de los peligros que tendríamos que sortear e incluso nos dijo el camino que deberíamos coger para volver a la civilización.
Le hicimos caso, como es lógico, y dejamos atrás el lago, ochenta pasos al frente, quince izquierda, todo recto y ya nos volvería a avisar cuando lo necesitáramos.
Conforme íbamos andando todo iba cambiando de forma, los árboles andaban, las nubes reían, el camino lloraba, porque decía que lo pisábamos, hasta que pasó una liebre haciendo un ruido estridente y todo se empezó a ver de un color rojo intenso, todo se empezó a desvanecer, a echar humo, poco a poco todo se consumía, como si todo donde estábamos fuera un negativo fotográfico.
Como por arte de magia, apareció un gran manzano delante de nosotros, con unas manzanas como fruto, del tamaño de dos de notros, la comenzamos a comer directamente del árbol sin llegar a cogerla, por la imposibilidad al ser tan grande., al ser comida la manzana es como si todo se viera de nuevo como era antes de empezar a arder todo, desapareciendo el color rojo, y apareciendo en nosotros una sensación de felicidad, de Ágape que nos invadió a los cinco, que era sin duda, el Buen Amor.
Allí mismo montamos un par de tiendas de campaña, nos dormimos un rato y cuando nos despertamos, salimos de ellas y al fondo, se veía un pueblo, la civilización a la cual nos había llevado el cielo, a lo lejos estaba la población, la rutina diaria la desdicha tantas veces del ganador y mas aun del perdedor, enfrentarme a una realidad que ahora me gustaba más aun que antes pero ahora si con la ilusión de ver y explorar sitios y parajes que normalmente no veía y que ahora se que existen pudiendo siempre que quisiera a mi realidad fantástica.
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2 comentarios
Hache -
me sorprendio
VICTOR ALEJANDRO -